Ánforas en Puerto Real
por Margarita Fernández.
Lo
que a continuación presentamos es referido al municipio de Puerto Real. Con la
mayor extensión municipal de toda la Bahía de Cádiz, Puerto Real es uno de los
lugares que más puntos a favor tiene para localizar el antiguo Portus
Gaditanus. Esta teoría está sustentada en los diversos yacimientos
arqueológicos en los que se han
encontrado, en referencia sobre todo a la producción cerámica. Dos hornos
romanos expuestos en sus entornos dejan ver la factoría que en mi pueblo tuvo
lugar.
Consecuentemente,
no son pocos los restos de ánforas que continuamente aparecen en el término
municipal. Desde que era pequeña, múltiples han sido las ocasiones en las que he
oído a mis vecinos hablar de estos restos, de las ánforas. Las personas
dedicadas al marisqueo, que no son pocas en esta zona, siempre han tenido en
cuenta este tipo de elementos, los cuales, si aparecían en buen estado,
llegaban a tener un gran valor en el mercado negro, como todos esos
“mariscaores” sabían. Por tanto, las extraían del lugar, las conservaban y las
vendían. Estos mariscaores llegan mucho más allá, y también han comercializado
monedas o incluso bombas de los cañones franceses durante la batalla de
Trocadero, en el asedio de Cádiz a principio del XIX, y que también tuvo lugar
en nuestro pueblo, algo que no mucha gente conoce.
Pero
volvamos a las ánforas. Como venía diciendo, Puerto Real, en origen villa, en
la actualidad es un municipio bastante extenso que contiene bajo su
administración diversas zonas rurales, tanto en pedanías como en el mismo núcleo
urbano. Estas zonas rurales están plagadas de fincas, villas o casas típicas, y
la mayoría, tienen su zona ajardinada. Y es ahí el origen de este escrito. No
son pocas las casas que a titularidad privada tienen alguna ánfora o un resto
de las mismas a modo de decoración.
Uno
de los casos más claros se da en una pedanía conocida como El Barrio de Jarana,
de la que ya hemos compartido información desde nuestras plataformas digitales.
Solo hace falta preguntar a alguien de por allí, a alguien mayor, para que te
cuente como una zona de eucaliptos entera estaba llena de estas ánforas, y como
los ciudadanos las aprovecharos para diversos fines, por ejemplo, para
solidificar los carriles o caminos de tierra. Otros vecinos simplemente rescataron
algunas, y las pusieron, como he podido ver con mis propios ojos, a modo de
ornamento en sus jardines.
Puede
que alarmante, pero todos sabemos que son muchas las edificaciones que hay en
Santiponce (Sevilla) hechas con piedras de Itálica y de su teatro. Entendemos
por tanto que lo hecho, hecho está, pero lo que no podemos permitir es que las
instituciones hagan oídos sordos respecto a esta temática. Teniendo en cuenta
la ley del patrimonio andaluz, vemos que recoge que, ante la multitud de
elementos, o la no exclusividad de algunos yacimientos, se obre de una manera
menos “proteccionista”. Si se descubren cientos de ánforas iguales, es obvio
que no todas van a ir a un museo, pero ¿no dice la ley que todo debe ser
catalogado y estudiado antes de proceder a la eliminación del yacimiento o del
patrimonio hallado?
Desde
ADIP nos preguntamos entonces, ¿por qué no existe un equipo o un programa que
intente buscar la participación ciudadana para poder catalogar y valorar estos
adornos que tienen en sus jardines? Claramente no vamos a pedir que todos los
vecinos devuelvan al ayuntamiento estos restos, primero porque no tenemos
derecho a eso, y segundo, porque el ayuntamiento no sabrá qué hacer con ellos.
Y
es por eso por lo que hoy nos podemos preguntar si esas personas, que un día
hicieron un alto en el camino y buscaron un ánfora entera para su jardín, o
dejaron de mariscar (y de buscarse la vida) para poder sacar unas monedas o un
trozo de cerámica son ladrones del patrimonio, o todo lo contrario, son conservadores.
Para nosotros, son más conservadores que las instituciones, que no han
dispuesto nunca planes de estudio para hacer un barrido de esta zona. También
son más conservadores porque las limpiaron, las cuidaron, a veces las
arreglaron, y las exponen, las exponen para sus familias, para ellos mismos, y
cada vez que pasan a su lado se imaginan cómo sería el mundo en el que se
fabricaron, quién las modelaría y qué pondrá en las inscripciones que a veces
se han conservado.
Por
eso desde aquí no criticamos a esas personas, sino que instamos a las
instituciones a que tomen cartas en el asunto. A que hablen con la universidad,
a que saquen proyectos comunes (no entendemos como en Cádiz no existe la
especialidad de Arqueología cuando somos un yacimiento vivo), que establezcan
técnicos que sean capaces de valorar este tipo de yacimientos, para que el
ciudadano que se las encuentre sepa que puede acudir a las instituciones para
que cuiden los restos, ya que en la mente de todos está que en las casas
propias estarán mejor cuidadas y valoradas que en el sótano de un ayuntamiento
(si hay suerte de que tengan sótano).
Para
esto necesitamos que los técnicos, concejales y demás puestos culturales estén
cubiertos por gente formada, que valore lo que aparece, y que sepa cómo actuar.
Para eso necesitamos un PGOU fuerte, inviolable, proteccionista y ajeno a
cualquier color político, porque solo así evitaremos que los políticos de turno
hagan y deshagan a su antojo en sus legislaturas. También necesitaremos un
programa educativo concreto, especializado, porque sabemos que la educación es
el principio de todo, y aquí, en Cádiz, es necesario educar en este aspecto, en
el patrimonio.
Pero
claro, parece que a eso tampoco tenemos derecho…
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